David víctimas por decir la verdad
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(Por Víctor Manuel Ramos) Dos periodistas, uno extranjero y otro hondureño, han aportado las mayores evidencias de la intervención norteamericana, liderada por Hilary Clinton, en el golpe de Estado en Honduras, en 2009, en contra del Presidente José Manuel Zelaya Rosales porque éste se proponía realizar un plebiscito para fortalecer la democracia y afianzar los cambios que realizó en pro de las mayorías durante su gestión mediante la promulgación de una nueva Constitución discutida y avalada por el pueblo.
No toleraron Los Estados Unidos el hecho de que Zelaya pensara diferente y que instrumentalizara un gobierno destinado a favorecer a las clases desposeídas y explotadas a lo largo de la fementida y caricaturesca democracia que imperaba en el país antes de su ascenso a la Presidencia de Honduras.
Los dos periodistas, Julián Assange y David Romero, están en la cárcel. Su delito: decir la verdad.
Assange sacó a luz las atrocidades cometidas por los militares norteamericanos durante la guerra de Irak en contra de los soldados y los civiles de ese país, llenando de horror al mundo por la manera salvaje como actuó el ejército yankee que no respetó ninguna dignidad humana y torturó, encarceló sin juicio y asesinó a miles de iraquíes y muchos otros oponentes a sus prepotentes designios en el resto del mundo, incluido Honduras. Pero también, Asssange, a través de su Wikileaks, puso en el conocimiento de los hondureños, la verdad sobre el golpe de Estado, desenredando la maraña secreta de información clasificada que compromete a Los Estados Unidos como el principiar patrocinador del golpe de Estado, acto de destrucción de la democracia incipiente hondureña y que además produjo muertes, persecuciones, encarcelamientos y el asalto del poder a través de la violación de los artículos irreformables de la Constitución Política de Honduras.
Assange se defiende, ahora, en un juicio tendencioso, ilegal y deshonesto, para permitir que sea extraditado a Los Estados Unidos, en donde podría ser castigado con una cárcel perpetua o con la pena de muerte. Todo esto como resultado de la actitud traidora y lame botas del imperialismo por parte de Lenin Moreno.
David Romero, por su parte, combatió con entereza y heroísmo al golpe de Estado desde la Radio Globo y sus programas noticiosos y de opinión, convirtiendo a la emisora en la radio más escuchada y más querida del pueblo. Pero Además, es quizá lo que llevó al régimen a encarcelar a David, sacó a la luz pública los múltiples actos de corrupción de los gobiernos surgidos del golpe de Estado, denunció la deshonestidad con que se conducía la Justicia y la Corte Suprema, denunció las elecciones amañadas de funcionarios en el seno del Congreso y la incapacidad de la Fiscalía, y señaló a muchos de los capos de la droga, actualmente presos en las cárceles de Los Estados Unidos. Era más que suficiente para que el régimen lo pusiera tras las rejas con el fin de callar su voz y de ocultar los sucios manejos que están divulgándose poco a poco.
Estas contribuciones, aportadas por Assange y Romero, para quitar de la mente de los habitantes del mundo y de los hondureños la mentira oficial y para poner en evidencia la corrupción, el abuso en contra de la ley, el atropello a los derechos humanos, incluidos los asesinatos, han enfurecido al establishment: a Assange lo tienen sometido a prisión, con trato inhumano que pone en peligro su salud y su vida, pero que también podría ser objeto de extradición por parte del gobierno inglés, títere de Trump, para que sea sometido a un juicio que sería a todas luces injusto e ilegal. David Romero ya ha recibido su condena y la está cumpliendo en la cárcel, una pena totalmente fuera del sentido común y violadora del derecho humano universal de la libertad de expresión y de informarse e informar.
Ambos personajes, víctimas de la injusticia del imperialismo, reciben actualmente una grandiosa solidaridad: Assange a nivel mundial, y David, con llamados desde el extranjero para exigir su libertad, recibe fundamentalmente el respaldo mayoritario de los hondureños, para que sea excarcelado de inmediato y pueda reincorporarse a su trabajo en Radio Globo, mutilada actualmente por el gobierno, para que desnude toda la corrupción que corroe a Honduras y que afianza la miseria y la muerte. Por eso el grito universal debe ser: libertad inmediata para Julián Assange y para David Romero y para todos los periodistas que en el mundo sufre persecución y encierro.