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La Patria Herida

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Estamos de luto, el asesinato de Sfanny Yolany López en el sur produce un desgarrador sentimiento de impotencia, indignación y a la vez de amor profundo. Los fallecidos en el naufragio en la Mosquitia, las 10 víctimas mortales por el dengue, en su mayoría niños y todos los casos sospechosos en el país, son la imagen más clara de un país en degradación total. Son víctimas del Estado ocupado por Juan Orlando, fiel servil de la ocupación imperial que los Estados Unidos tienen para implementar y profundizar el capitalismo criminal en esta tierra.

La violencia de la pobreza y la miseria que atrapa al setenta por ciento de la sociedad es sostenida por la violencia policial, militar y grupos de seguridad privada vinculados a los consorcios empresariales, de esa violencia y de la sangre de inocentes se alimenta el régimen. El régimen es sanguinario. Ante eso, hay un sentimiento social de rechazo absoluto a la criminalidad instalada en el Estado, pero al no poder canalizar la indignación por el cauce correcto, se estanca y vienen el sufrimiento mayor, el colapso psicoemocional. Nos movemos en un ambiente muy delicado, las condiciones en el país avanzan hacia una radicalización de un régimen torturador en su máxima expresión.

La oposición social pensamos que en la alta esfera Estatal, los usurpadores piensan en las leyes. No es así, eso pasa en un régimen político democrático hasta ahora idealizado, en Honduras el rompimiento de los gobiernos con la ley es histórico y desde el año 2009 vivimos en una selva donde las fieras devoran sin marcos legales que lo impidan. Un golpe de Estado no es casualidad, está contemplado en la legislación oculta de las elites criminales que chupan la savia de una nación, para ellas no existe constitución ni derecho internacional alguno cuando su dominio corre riesgo. Ceder un milímetro de poder, es perder hegemonía de clase y esa no está en discusión y mucho menos sujeta a elección. Somos los movimientos sociales y los partidos medio progresistas que aún conservamos la idea de un mundo en el que la ley prevalezca sobre el egoísmo humano, creemos que la razón es superior al insulto y el crimen, por eso luchamos desde el espíritu de la ley.

La conciencia de elite es una construcción histórica, para eso han instalado todas las condiciones para legitimar la criminalidad. Tienen sus propias organizaciones empresariales, sus iglesias, sus universidades, sus hospitales, sus medios de comunicación, sus equipos de futbol, sus fuerzas armadas y policiales, su Estado. Desde el ángulo de sus instituciones, nosotros no figuramos más que como trabajadores, como clientes y como votos. La estrategia de legitimación del régimen está entre la amplia burocracia gubernamental que defiende la corrupción y el narcotráfico para conservar su empleo y a red clientelar que atraviesa todo el entramado social, con énfasis en los grupos étnicos del país históricamente excluidos.  

Hay que aplaudir y admirar el espíritu de lucha y de amor de un amplio sector del magisterio y los médicos en la defensa de la salud y la educación pública amenazados seriamente por el modelo neoliberal que carcome los bienes comunes y públicos del país, impulsado por los organismos del crimen internacional. También hay que reconocer y cuestionar la actitud servil, cómoda y aprovechada de un sector de ambos gremios, junto a otros sindicatos que han guardado silencio cómplice ante el peligro que existe. Sigue prevaleciendo el interés personal o gremial sobre los intereses de la sociedad. Y, en el mundo de los verdaderamente excluidos, el hambre facilita la introyección sistemática de los caudillos criminales tradicionales en la conciencia, campo perfecto para la dictadura.

La herida en el corazón de la patria es larga y profunda. El desarrollo de la economía capitalista abre una herida en la sociedad y no deja espacio para la sanación, tampoco podemos esperar que lo actores principales en la vorágine de la degradación nacional quieran sanarse. A propósito de la salud pública, el país está en manos de gente enferma, gente que ha perdido la alegría y el gusto de ser prójimo. En la línea de pensamiento de Aristóteles, somos animal político (zoom politikóm) y la alegría, la confianza, el dialogo sincero, la justicia, la honestidad y la rectitud en la administración pública son frutos de la ciencia política vivida por personas políticamente educadas, cuando eso está ausente, desapareció el zoom politikom quedando únicamente el zoom (el animal).

Pero no está perdida la batalla, aunque debamos recorrer quien sabe cuánto tiempo y que circunstancias para consolidar el frente humano, político que desplace al régimen. La lucha por la verdad, la justicia y la libertad es la esencia de lo humano cristalizada en la ética, es lo único que queda ante el absolutismo del siglo veintiuno. Que una niña sea asesinada, diez niños mueran por dengue, centenares sean heridos en la protesta, 27 se ahogaron y miles se vayan del país huyendo de la miseria, eso solo significa una cifra para un déspota como Juan Orlando y el sistema criminal, para nosotros significan seres humanos, prójimos que han dejado de vivir y vivir abundantemente con alegría y con familia.

Caracterizar el régimen es un deber, hay que conocerlo. Pero caracterizar nuestras fuerzas, nuestros movimientos y plataformas sociales, nuestros dirigentes, es todavía más importante. El grito de denuncia ante el mundo vale la pena, el mundo debe saber que aquí hay un régimen criminal. La palabra solidaria con nosotros cuenta, pero el cambio de sistema no es tema de la comunidad internacional, es un tema exclusivo del pueblo Hondureño, mientras un sector piensa en otro sistema que debe empezar con la salida de JOH, otros piensan en otro sistema pero con JOH y hasta hay quienes piensan maquillar el sistema vía reformas para no profundizar la crisis. Yo, retomo la implicación política del evangelio “no se puede remendar una camisa vieja con un pedazo de tela nueva, porque la tela nueva rompe la tela vieja y el hoyo sigue creciendo”. No se puede pensar ni construir un sistema nuevo con Juan Orlando y sus adláteres, manteniendo ese sistema podrido que ellos imponen a través del Estado.

Reformas o refundación. No es cuestión de capricho, sino de la fuerza social y política que acumulemos. Lo que si es cierto ahora es que lograr incluso reformas con ese congreso no es fácil, pero el debate es válido y hay que pensar, analizar y definir mejor el plan. Hay que buscar sin descanso la unidad de todos los descontentos, los amargados y hasta de los pequeños aprovechados, pero el rumbo a seguir es asunto serio que debe estar en manos de gente seria técnica y políticamente. 

Juan López, DPD, Pedagogo

07 de Julio del 2019

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